Ofrecimiento de flores espirituales ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en los principales misterios de la vida de María ♦♦♦♦♦♦ Recordar las apariciones de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Meditar en los cuatro dogmas sobre la Virgen María (Inmaculada Concepción, Maternidad divina, Perpetua virginidad y Asunción al Cielo) ♦♦♦♦♦♦ Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Vivir una devoción real y verdadera a María (Mirar a María como a una madre, demostrarle nuestro cariño, confiar plenamente en Ella, imitar sus virtudes) ♦♦♦♦♦♦ Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María ♦♦♦♦♦♦ Cantar las canciones dedicadas a María

ECOS DE FÁTIMA 17

LA BEATIFICACIÓN DE LOS PASTORCITOS Y LA REVELACIÓN DEL TERCER SECRETO



¿Cómo es Dios? No se puede explicar", decía el Beato Francisco. Dios es una luz que arde pero no quema. Esta es la sensación que tuvo Moisés cuando vio la zarza que ardía sin consumirse. «Por designio divino -afirmó el Papa- vino del Cielo a esta tierra, en busca de los pequeñuelos privilegiados del Padre, "una Mujer vestida de sol". Les habla con corazón de madre, les invita a ofrecerse como víctimas de reparación y se ofrece Ella misma para llevarlos ante Dios. Fue entonces cuando de sus manos maternas salió una luz que los penetró íntimamente, haciéndoles sentirse inmersos en Dios». Juan Pablo II recordó que «Francisco exclamaba: "Nosotros ardíamos en aquella luz. Tres niños que no sabían leer ni escribir dieron testimonio de su fe arriesgando sus vidas. Se trata de la beatificación de los más jóvenes cristianos de la historia de la Iglesia, exceptuando a algunos mártires.

Desde que el 13 de mayo de 1917 la Virgen se apareciera a los tres niños que cuidaban el ganado en las montañas, las apariciones, que se reiteraron los siguientes días 13 hasta octubre, han convertido a Fátima en uno de los primeros santuarios marianos del mundo, en el que se suceden las manifestaciones de fe y la solicitud de curaciones y milagros. Fátima es un testimonio de fe, que nos recuerda que el sentimiento de lo sagrado y la auténtica religiosidad rebasan los estrechos límites de nuestra menguada racionalidad. La atracción que Fátima ha ejercido sobre todo el ancho ámbito de la Cristiandad se ha visto acrecentada por la existencia de los tres secretos de los que fue depositaria la única superviviente de las apariciones, Sor Lucía.

El primero anunciaba el final de la Primera Gran Guerra y el estallido de una segunda aún más atroz. El segundo presagiaba la caída del comunismo en Rusia y la conversión de la gran nación que tanto habla contribuido a la difusión del ateísmo. Quedaba el tercer secreto en secreto. El cardenal Sodano leyó un texto en el que anunciaba su próxima revelación y desvelaba que se refiere a la lucha de los sistemas ateos contra el cristianismo y al sufrimiento de los testigos de la fe en el siglo XX. Concretamente, contiene también una referencia al atentado sufrido por el Papa y del que, según el testimonio de los videntes, celosamente guardado durante décadas, sería librado por la intercesión de la Virgen. El texto de esta tercera parte será publicado próximamente por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

No resulta extraña la devoción a Fátima de Juan-Pablo II. Ni tampoco su paciencia y prudencia en guardar el secreto durante tantos años. El Pontífice ha sido testigo y protagonista de la triple revelación de María a los pastorcitos. El ha vivido los horrores del nazismo y de la gran guerra europea en su Polonia natal. Más tarde, ya desde el ejercicio del Pontificado, contribuyó decisivamente al derrumbamiento del comunismo soviético. Además, la tercera parte del secreto le concernía personalmente. Fátima confirma que las más profundas verdades de la fe son mejor reveladas y más accesibles a los niños y a quiénes se hacen semejantes a ellos. La más profunda verdad religiosa es asequible al más inocente y sencillo de los entendimientos. Hay más verdad religiosa en la bondad del corazón humano que en las profundidades de la sabiduría teológica.

La ceremonia religiosa sirvió además para disipar los rumores sobre la salud del Papa y una posible renuncia al Pontificado. Juan Pablo II exhibió una extraordinaria vitalidad para su edad y, sobre todo, una inmensa y profunda alegría. Aunque no ha llegado la hora del balance final, todo el que contemple el impresionante legado de su Pontificado desde la correcta perspectiva, no puede dejar de reconocer que se trata de uno de los Papas más trascendentales en la historia de la Iglesia. Después de la bellísima ceremonia de la beatificación, el «Papa de las sorpresas» añadió la revelación del tercer secreto de Fátima que le concernía personalmente. El «Obispo vestido de blanco» en la visión del 13 de julio de 1917, que caminaba hacia la Cruz entre los cadáveres de los mártires, y caía como muerto bajo los disparos de un arma de fuego es el propio Juan Pablo II. Comprendemos ahora mejor que el domingo anterior quisiera rendir homenaje ecuménico en el Coliseo, a todos los mártires del siglo XX. El entre todos y delante de todos.

Al cabo de veintiún años de su pontificado, Juan Pablo II ofreció a la Virgen de Fátima el anillo que le regaló el cardenal Wyszynski cuando fue elegido Papa, y juzgó llegada la hora de revelar el secreto en el mismo lugar donde la Virgen lo confió a los tres pastorcillos, acompañado por Sor Lucía, la mayor de los videntes, a la que prodigó muestras de afecto antes y después de la ceremonia. El Santo Padre concluyó el acto dando la bendición a los enfermos y a los peregrinos con el Santísimo Sacramento.

Y cuando todos esperaban que se retirase al interior de la basílica para visitar las tumbas de los dos nuevos beatos, el Papa volvió a sentarse en la sede y el cardenal Secretario de Estado se dirigió al micrófono. El Cardenal Sodano felicitó a Juan Pablo II con motivo de su ochenta cumpleaños, que celebrará el día 18 con miles de sacerdotes reunidos en Roma para el Jubileo de los Presbíteros. Pero lo que parecía un breve mensaje de felicitación y despedida, se convirtió en algo mucho más sorprendente cuando el cardenal señaló que el agradecimiento del Papa a la Virgen de Fátima por su protección a lo largo del pontificado está relacionada con el tercer secreto, escrito por Sor Lucía.

«Este es una visión profética comparable a las de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo, hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas, dijo el Cardenal».

El paralelismo entre Fátima y la Biblia, después de una ceremonia en la que se habían leído fragmentos acerca del dragón contra la mujer «vestida de Sol» y adornada por «una corona de doce estrellas», sumió a la multitud en un silencio atónito. El cardenal secretario de Estado reveló que «la visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo. Es un interminable Vía Crucis dirigido por los Papas del siglo XX.

La visión fue un secreto que los dos pastorcillos más jóvenes, beatificados ayer, se llevaron fielmente a la tumba, y que su prima Lucía dos Santos conservó sola durante largos años hasta que, a finales de 1943, el obispo de Leiria, José Alves Correia da Silva, quien había logrado ya la revelación de los dos primeros secretos en 1941, la visitó en el convento de las Doroteas de Tuy donde la vidente padecía una grave pleuresía con peligro de muerte y consiguió que lo escribiera en un papel.

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