Ofrecimiento de flores espirituales ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en los principales misterios de la vida de María ♦♦♦♦♦♦ Recordar las apariciones de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Meditar en los cuatro dogmas sobre la Virgen María (Inmaculada Concepción, Maternidad divina, Perpetua virginidad y Asunción al Cielo) ♦♦♦♦♦♦ Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Vivir una devoción real y verdadera a María (Mirar a María como a una madre, demostrarle nuestro cariño, confiar plenamente en Ella, imitar sus virtudes) ♦♦♦♦♦♦ Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María ♦♦♦♦♦♦ Cantar las canciones dedicadas a María

Esclavo de la Esclava de mi Señor


Señora mía, dueña y poderosa sobre mí, madre de mi Señor, sierva de tu Hijo, engendradora del que creó el mundo, a ti te ruego, te oro y te pido que tenga el espíritu de tu Señor, que tenga el espíritu de tu Hijo, que tenga el espíritu de mi Redentor, para que yo conozca lo verdadero y digno de ti, para que yo hable lo que es verdadero y digno de ti y para que ame todo lo que sea verdadero y digno de ti.

Tú eres la elegida por Dios, recibida por Dios en el cielo, llamada por Dios, próxima a Dios e íntimamente unida a Dios.
Tú, visitada por el ángel, saludada por el ángel, bendita y glorificada por el ángel, atónita en tu pensamiento, estupefacta por la salutación y admirada por la enunciación de las promesas.

Escuchas que has encontrado gracia ante Dios, se te manda que no temas, se te confirma en tu confianza, se te instruye con el conocimiento de los milagros y se te conduce a la gloria de un nuevo milagro nunca oído.

Sobre tu prole es advertida tu pureza, y del nombre de la prole tu virginidad certifica: se te predice que de ti ha de nacer el Santo, el que ha de ser llamado Hijo de Dios, y de modo milagroso se te da a conocer el poder que tendrá el que nacerá de ti.

¿Preguntas sobre la manera de realizarse?
¿Preguntas sobre el origen?
¿Indagas sobre la razón de este hecho?
¿Sobre cómo ha de llevarse a cabo?
¿Sobre el orden en que ha de realizarse?

Escucha el oráculo nunca oído, considera la obra desacostumbrada, fíjate en el arcano desconocido y atiende al hecho nunca visto: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará con su sombra. Invisiblemente, toda la Trinidad obrará en ti la concepción, pero sola la persona del Hijo de Dios, que nacerá en cuerpo, tomará de ti su carne.

Por consiguiente, lo que será concebido y nazca de ti, lo que salga de ti, lo que se engendre de ti, lo que tú des a luz, será llamado Santo, Hijo de Dios. Éste será grande, Dios de las virtudes, rey de los siglos y creador de todas las cosas.

Pero ahora me llego a ti, la única virgen y madre de Dios; caigo de rodillas ante ti, la sola obra de la encarnación de mi Dios; me humillo ante ti, la sola hallada madre de mi Señor; te suplico, la sola hallada esclava de tu Hijo, que logres que sean borrados mis pecados, que hagas que yo ame la gloria de tu virginidad, que me encuentres la magnitud de la dulzura de tu Hijo, que me concedas hallar y defender la sinceridad de la fe en tu Hijo, que me otorgues también consagrarme a Dios, y ser esclavo de tu Hijo y tuyo y servir a tu Señor y a ti.

A Él como a mi Hacedor, a ti como Madre de nuestro Hacedor;
a Él como señor de las virtudes, a ti como esclava del Señor de todas las cosas;
a Él como a Dios, a ti como a Madre de Dios;
a Él como a mi Redentor, a ti como a obra de mi redención.

Porque lo que ha obrado en mi redención, lo ha formado en la verdad de tu persona.

Él que fue hecho mi Redentor fue Hijo tuyo.
Él que fue precio de mi rescate tomó carne de tu carne.
Aquel que sanó mis heridas, sacó de tu carne un cuerpo mortal, con el cual suprimirá mi muerte; sacó un cuerpo mortal de tu cuerpo mortal, con el cual borrará mis pecados que cargó sobre sí; tomó de ti un cuerpo sin pecado; tomó de la verdad de tu humilde cuerpo mi naturaleza, que Él mismo colocó en la gloria de la mansión celestial sobre los ángeles como mi predecesora en tu reino.

Por esto yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo.
Por eso tú eres mi señora, porque eres esclava de mi Señor.
Por esto yo soy esclavo de la esclava de mi Señor, porque tú, mi señora, has sido hecha Madre de mi Señor.
Por esto yo he sido hecho esclavo, porque tú has sido hecha Madre de mi Hacedor.

Te suplico, Virgen santa, que yo reciba a Jesús de aquel Espíritu de quien tú engendraste a Jesús; que mi alma reciba a Jesús con aquel Espíritu por el cual tu carne recibió al mismo Jesús.

Por aquel Espíritu que me sea posible conocer a Jesús, por quien te fue posible a ti conocer, concebir y dar a luz a Jesús.
Que exprese conceptos humildes y elevados a Jesús en aquel Espíritu en quien confiesas que tú eres la esclava del Señor, deseando que se haga en ti según la palabra del ángel.
Que ame a Jesús en aquel Espíritu en quien tú lo adoras como Señor y lo contemplas como Hijo.
Que tema a este mismo Jesús tan verdaderamente como verdaderamente él mismo, siendo Dios, es obediente a sus padres.

¡Oh premio extremadamente grande de mi salvación y de mi vida y al mismo tiempo de mi gloria!
¡Oh título nobilísimo de mi libertad!
¡Oh excelsa condición de mi carácter de hombre libre!
¡Oh seguridad de mi nobleza, indisolublemente gloriosa y rematada con la eternidad de la gloria!

¡Cómo yo, que fui torpemente engañado, deseo para mi reparación hacerme esclavo de la madre de mi Jesús!
¡Cómo yo, en el primer hombre separado al principio de la comunión angélica, voy a merecer ser considerado como esclavo de la esclava y de la Madre de mi Señor!
¡Cómo yo, obra apta en las manos del sumo Dios, voy a conseguir estar ligado en la servidumbre continua de la Virgen Madre con devoción de su esclavitud!

San Ildefonso
.
"De Perpetua Virginitate Beatae Mariae"

María, Madre de la unidad

"No dejemos de confiar el anhelo hacia la plena unidad de los cristianos a la Madre de Cristo, siempre presente en la obra del Señor y de su Iglesia.

El capítulo VIII de la constitución dogmática Lumen Gentium la muestra como la mujer que nos precede en nuestro camino de fe sobre la tierra, tiernamente presente en la Iglesia, la cual, al final del segundo milenio, se esfuerza por restablecer entre todos los creyentes en Cristo la unidad que el Señor quiere para ellos.

Ella es Madre de la unidad, porque es Madre del único Cristo. Si por obra del Espíritu Santo dio a luz al Hijo de Dios, que de ella recibió el cuerpo humano, María desea ardientemente la unidad visible también para todos los creyentes que forman el Cuerpo místico de Cristo. Estamos seguros de que la veneración a María, que une con tanta fuerza a Oriente y Occidente, contribuirá a la unidad.

La Virgen Santísima, ya presente por doquier en medio de nosotros, en tantos edificios sagrados y en la vida de tantas familias, habla incesantemente de unidad, por la cual intercede sin cesar.

A María la Iglesia expresa su acción de gracias y le pide que nos haga partícipes de su solicitud por la unidad: abandonémonos a ella con confianza filial, para volvernos a encontrar con ella donde Dios será todo en todos."

SS. Juan Pablo II

Carta Apostólica con ocasión del IV Centenario de la Unión de Brest

12 de noviembre de 1995

Tratar a María

"¡Cuánto crecerían en nosotros las virtudes sobrenaturales, si lográsemos tratar de verdad a María, que es Madre Nuestra!

No basta saber que Ella es Madre, considerarla de este modo, hablar así de Ella. Es tu Madre y tú eres su hijo; te quiere como si fueras el hijo único suyo en este mundo.

Trátala en consecuencia: cuéntale todo lo que te pasa, hónrala, quiérela. Te aseguro que, si emprendes este camino, encontrarás enseguida todo el amor de Cristo: y te verás metido en esa vida inefable de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Sacarás fuerzas para cumplir acabadamente la Voluntad de Dios, te llenarás de deseos de servir a todos los hombres. Serás lleno de obras de caridad y de justicia, alegre y fuerte, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo.

Ese, y no otro, es el temple de nuestra fe.

Acudamos a Santa María, que Ella nos acompañará con un andar firme y constante."

(S. Josemaría Escrivá de Balaguer)

La Era de María


"¿Podemos llamar de otra manera al tiempo, a la época en que vivimos, que tiempo y época de la Virgen Nuestra Señora? ¿No veis en el mundo entero qué lección de amor, de fervor extraordinario, íbamos a decir de santa locura, por la Madre de Dios, por la Medianera de todas las Gracias, por la Corredentora del género humano, por la divina gobernadora, por la que tiene las llaves de toda gracia, de todo don perfecto, de todo bien que desciende del cielo?

Lo que siempre ha sido verdad, lo que siempre ha sido un dogma católico, se vive ahora más que nunca; es la palpitación de millones de hijos de la Virgen María que la aman, que la veneran, es el triunfo en todas las naciones de Nuestra Señora... porque Ella ha querido aparecerse recientemente; es Nuestra Señora de Fátima y Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Lourdes, y Nuestra Señora del Pilar; es la Virgen María, es la Madre de Dios, sea cual sea el título con que se la invoque; es aquella a quién aman los cristianos, a quien se encomiendan los católicos, a quien aclaman hasta el delirio las muchedumbres de cristianos del mundo entero.

¡Es la era de la Virgen María!"

(Pío XII, 1949)

Nada más grato a Jesucristo


“La Bienaventurada Virgen María, en cuanto es Madre de Dios, posee cierta dignidad infinita, por ser Dios un bien infinito […] posee una excelencia superior a la de todos los ángeles, más aún de los serafines y querubines. Es Madre de Dios, luego es purísima y santísima, y tanto que después de Dios, no puede imaginarse mayor pureza y santidad […]

¿Por qué pues, los novadores y no pocos católicos censuran nuestra devoción a la Virgen Madre de Dios, como si le tributásemos un culto que sólo a Dios es debido? ¿No saben éstos y no consideran que nada puede ser más grato a Jesucristo, cuyo amor a su Madre es sin duda tan encendido y tan grande, que el que la veneremos conforme a sus méritos y ejemplo y procuremos conciliarnos a su poderoso auxilio?”

(Pío XI, “Lux veritatis”)

Más que Ella, sólo Dios


"La Maternidad divina de María es la raíz de todas las perfecciones y privilegios que la adornan. Por ese título, fue concebida inmaculada y está llena de gracia, es siempre virgen, subió en cuerpo y alma a los cielos, ha sido coronada como Reina de la creación entera, por encima de los ángeles y de los santos. Más que Ella, sólo Dios.
.
La Santísima Virgen, por ser Madre de Dios, posee una dignidad en cierto modo infinita, del bien infinito que es Dios. No hay peligro de exagerar. Nunca profundizaremos bastante en este misterio inefable; nunca podremos agradecer suficientemente a Nuestra Madre esta familiaridad que nos ha dado con la Trinidad Beatísima."
.
(S. Josemaría Escrivá de Balaguer)

Por Tí, María

"Dios Te salve, María, Madre de Dios, tesoro venerado de todo el universo, luz que no se apaga. De Tí nació el sol de la justicia, cetro de la verdad, templo indestructible.

Dios te salve María, morada de Aquél que ningún lugar contiene, Tú que hiciste crecer una espiga que no se marchitará nunca.

Por Tí los pastores alabaron a Dios, por Tí es bendecido, en el Evangelio, el que viene en nombre del Señor.

Por Tí la Trinidad es glorificada, por Tí se adora la Cruz en el mundo entero.

Por Tí exultan los cielos, por Tí la humanidad caída fue reedificada.

Por Tí el mundo entero finalmente conoció la Verdad.

Por Tí se fundaron iglesias en toda la tierra.

Por Tí el Hijo único de Dios hizo resplandecer su luz sobre los que permanecían en la oscuridad, bajo la sombra de la muerte.

Por Tí los apóstoles pudieron anunciar la salvación a las naciones.

¿Cómo cantar dignamente tu alabanza, ¡oh Madre de Dios!, por quien la tierra entera se estremece de júbilo?"

(San Cirilo de Alejandría)