Ofrecimiento de flores espirituales ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en los principales misterios de la vida de María ♦♦♦♦♦♦ Recordar las apariciones de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Meditar en los cuatro dogmas sobre la Virgen María (Inmaculada Concepción, Maternidad divina, Perpetua virginidad y Asunción al Cielo) ♦♦♦♦♦♦ Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Vivir una devoción real y verdadera a María (Mirar a María como a una madre, demostrarle nuestro cariño, confiar plenamente en Ella, imitar sus virtudes) ♦♦♦♦♦♦ Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María ♦♦♦♦♦♦ Cantar las canciones dedicadas a María

Ecce ancilla Domini


La última fase de toda la apoteosis salvadora comenzó en Nazaret. Hubo intervenciones angélicas y sencillez asombrosa. Era la virgen o pártenos del Isaías viejo la destinataria del mensaje. Todo acabó en consuelo esperanzador para la humanidad que seguía en sus despistes crónicos e incurables. Los anawin tuvieron razones para hacer fiesta y dejarse por un día de ayunos; se había entrado en la recta final.

La iconografía de la Anunciación es, por copiosa, innumerable : Tanto pintores del Renacimiento como el veneciano Pennacchi la ponen en silla de oro y vestida de seda y brocado, dejando al pueblo en difusa lontananza. Gabriel suele aparecer con alas extendidas y también con frecuencia está presente el búcaro con azucenas, símbolo de pureza. Devotas y finas quedaron las pinturas del Giotto y Fra Angélico, de Leonardo da Vinci, de fray Lippi, de Cosa, de Sandro Botticelli, de Ferrer Bassa, de Van Eyck, de Matthias Grünewald, y de tantos más.

Pero probablemente sólo había gallinas picoteando al sol y grito de chiquillos juguetones, estancia oscura o patio quizá con un brocal de pozo; quizá, ajenos a la escena, estaba un perro tumbado a la sombra o un gato disfrutaba con su aseo individual; sólo dice el texto bíblico que "el ángel entró donde ella estaba".

Debió narrar la escena la misma María a san Lucas, el evangelista que la refiere en momento de intimidad.

Así fue como lo dijo Gabriel: "Salve, llena de gracia, el Señor es contigo". Aquel doncel refulgente, hecho de claridad celeste, debió conmoverla; por eso intervino "No temas, María, porque has hallado gracia ante de Dios; concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Éste será grande: se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará por los siglos sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin". La objeción la puso María con toda claridad: "¿Cómo será esto, pues no conozco varón?" No hacía falta que se entendiera todo; sólo era precisa la disposición interior. "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá será llamado santo, Hijo de Dios".

Luego vino la comunicación del milagro operado en la anciana y estéril Isabel que gesta en su sexto mes, porque "para Dios ninguna cosa es imposible".

Fiesta de Jesús que se encarnó -que no es ponerse rojo, sino que tomó carne y alma de hombre-; el Verbo eterno entró en ese momento histórico y en ese lugar geográfico determinado, ocultando su inmensidad.

Fiesta de la Virgen, que fue la que dijo "Hágase en mí según tu palabra". El "sí" de Santa María al irrepetible prodigio trascendental que depende de su aceptación, porque Dios no quiere hacerse hombre sin que su madre humana acepte libremente la maternidad.

Fiesta de los hombres por la solución del problema mayor. La humanidad, tan habituada a la larguísima serie de claudicaciones, cobardías, blasfemias, suciedad, idolatría, pecado y lodo donde se suelen revolcar los hombres, esperaba anhelante el aplastamiento de la cabeza de la serpiente.

Los retazos esperanzados de los profetas en la lenta y secular espera habían dejado de ser promesa y olían ya a cumplimiento al concebir del Espíritu Santo, justo nueve meses antes de la Navidad.

¡Cómo no! Cada uno puede poner imaginación en la escena narrada y contemplarla a su gusto; así lo hicieron los artistas que las plasmaron con arte, según les pareció ...

Yo hoy me quedo con esta imagen, la Virgen ha querido que celebre este día tan especial ante esta imagen suya, que tanto, tanto, tanto ha visto y oído en los últimos años de mi vida. Con Ella y en Ella : Fiat voluntas tua.

La Sombra del Padre



“Las palabras de Isabel a María: ‘Feliz la que ha creído’
se pueden aplicar en cierto sentido también a José...
es el primero en participar de la fe de la Madre de Dios
y también en sostener a su Esposa en esta fe.
Junto con Ella, él es el primer depositario
del misterio escondido desde los siglos con Dios.”
 (Juan Pablo II)

Jesús es el tesoro más grande de Dios, junto con María, Su Madre. Y el Padre quiso preservar a Ambos, enviándoles un guardián: San José. José se convirtió así en sombra del Padre, porque él fue la sombra de Dios Padre para Jesús y María. Fue la cercanía de Dios, el silencio amoroso de Dios, ese amor escondido que –como manantial– brota constantemente y se derrama en su entorno.

José vivió su vida entera con un sólo corazón con Jesús y María; así se ofreció a Ellos totalmente. Y fue tan particular su actitud, su entrega, que salvando esos primeros momentos de desconcierto ante el embarazo de la Virgen María, se convirtió en el sostén del Hijo y la Madre de Dios.

No sólo protegió al Hijo y a su Madre, trabajó y veló por ellos incansablemente. ¡Quién pudiera penetrar los sentimientos de amor a Jesús y María que deben haber inflamado el justo corazón de San José! ¿Y quién podría enseñarnos mejor a amar a Jesús y a María que José? Santo y bienaventurado también él por haber creído esa anunciación que también él vivió a través de un ángel; “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque Ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mt 1, 20-21)

Durante la Fiesta de la Asunción, el Papa León XIII publicó la encíclica Quamquam Pluries. Y escribió: “... conocéis los tiempos en los que vivimos; son poco menos deplorables para la religión cristiana que los peores días, que en el pasado estuvieron llenos de miseria para la Iglesia. Vemos la fe, raíz de todas las virtudes cristianas, disminuir en muchas almas; vemos la caridad enfriarse; la joven generación diariamente con costumbres y puntos de vista más depravados; la Iglesia de Jesucristo atacada por todo flanco abiertamente o con astucia; una implacable guerra contra el Soberano Pontífice; y los fundamentos mismos de la religión socavados con una osadía que crece diariamente en intensidad.”

¿Acaso no nos suena familiar esta situación? ¿Acaso no es la misma situación que viven la Iglesia y el mundo hoy? León XIII anexó a la encíclica una oración especial a San José, ordenando que fuera añadida al rezo del Santo Rosario cada año en perpetuidad, durante el mes de Octubre :

"A ti recurrimos en nuestra tribulación bienaventurado José, y después de implorar el socorro de tu Santísima Esposa, pedimos también confiadamente tu patrocinio. Por el afecto que te unió con la Inmaculada Virgen, Madre de Dios, y por el amor paternal con que trataste al Niño Jesús, te rogamos que nos auxilies para llegar a la posesión de la herencia que Jesucristo nos conquistó con su sangre, nos asistas con tu poder y nos socorras en nuestras necesidades.
Protege, oh prudentísimo guardián de la Sagrada Familia a la raza elegida de Jesucristo; presérvanos, oh Padre amantísimo, de toda mancha de error y corrupción; muestratenos propicio, y asístenos desde lo alto del cielo, oh poderosísimo libertador nuestro en la batalla que estamos librando contra el poder de las tinieblas. Y así como libraste al Niño Jesús del peligro de la muerte, defiende a ahora a la Santa Iglesia de Dios contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad.
Concédenos tu perpetua protección, a fin de que , animados por tu ejemplo y tu asistencia, podamos vivir santamente, piadosamente morir y así alcanzar la eterna beatitud del cielo. Así sea."

Tenemos, pues, todas las claves y todas las respuestas para inflamar nuestra devoción a San José. Nuestra Madre del Cielo lo espera de nosotros, desea que veneremos a San José, que nos acerquemos más a él, que imploremos su auxilio e imitemos sus virtudes. Después de todo, San José es también el Patrono del triunfo del Corazón Inmaculado de María.

ECOS DE FÁTIMA 35


PEREGRINOS DE FÁTIMA (X)

María, ayúdame a encontrarme...


Óscar.

“Polvo eres y en polvo te convertirás”. Así se nos recuerda cada miércoles de ceniza, al sernos esta impuesta sobre la cabeza. Hemos de ser conscientes de nuestra limitación, y también de nuestro egoísmo, y saber que día tras día hemos de luchar por corregir nuestras acciones equivocadas. Somos polvo y volvemos al polvo. La vida son unos años… la muerte los corona. Qué hagamos con ella es responsabilidad nuestra.

Acabamos de regresar de Fátima. Allí el mensaje es claro, terrible y hermoso a la vez: hemos de corregirnos, hemos de cambiar. Los hombres hemos cogido un camino que nos lleva a la autodestrucción, al infierno. La Virgen nos invita a dejar que se trasforme nuestro corazón. Y para ello es necesario luchar contra nosotros mismos… es necesario “morirnos” a nosotros mismos. Sólo entonces seremos felices.

En Fátima podemos ver con claridad los dos caminos: el de Cristo y el del mundo. Qué me ofrece Cristo y qué me ofrece el mundo. Nos cuesta, nos cuesta mucho dejarnos conquistar por Cristo, porque eso supone un dolor, el dolor de quien se entrega, de quien se encuentra con su miseria, con sus incoherencias y con sus faltas de amor… el dolor de ver que la propia vida es un sin-sentido. Pero cuando le abres paso, ese dolor se vuelve PAZ. La paz de saber que somos amados, que hay un amor infinito que puede con la desesperanza… que en medio de las luchas mi vida tiene un sentido. Pero mi vida solo puede tener un sentido si lo miro a Él, si se la doy a Él.

Vivir la vida desde mi puro criterio o vivir la vida haciendo de Cristo el fundamento de mi vida cambia como de la noche a la mañana. La primera opción se ampara en las fuerzas propias, que acaban en el agotamiento y en la muerte. La segunda opción se ampara en la fuerza y en el perdón de Dios que no pasa, acaban en el perdón de los pecados y en la vida eterna.

También hubo tiempo para la diversión… y para hacer el ridículo. El mundo nos ofrece diversión. Cristo no nos la quita, pero hace que nos divirtamos de una forma totalmente diferente a la que nos ofrece el mundo, que no le llega ni a la suela de los zapatos. Al final puedes decir: he tocado lo infinito, me siento lleno de dignidad, creo que puedo y quiero trasformar el mundo.

ECOS DE FÁTIMA 34


PEREGRINOS DE FÁTIMA (IX)

Mi corazón latiendo en el Suyo...




 
TT

Gracias Madre por tu SÍ, que nos dio la Vida y sigue vivificando a la Iglesia.

En Tu Corazón Inmaculado se aúna la belleza de la Creación, que Él sea siempre nuestro único Refugio.

¿Cómo no ofrecernos enteramente, consagrándonos a Tu Corazón?  
Entregarte toda nuestra vida, para que sea toda Tuya, sin reservas, a mayor gloria de Dios?

Madre y Reina mía, que mi corazón no cese de repetirte eternamente : TOTUS TUUS, MARIA!

Por Tí, Reina mía, hasta la sangre dar!!

Adveniat Regnum Tuum, Adveniat per Mariam!  ¡Viva el Papa!  ¡Viva la Virgen!
 



Santuario de Fátima, 12 de mayo de 2010  18:26
 
(Retransmisión del Viaje Apostólico del Papa Benedicto XVI a Portugal
en el X Aniversario de la beatificación de Jacinta y Francisco)