La consagración debe ser un acto libre y consciente, aceptado y vivido como un don.
Para prepararse bien es bueno conocer lo que la Iglesia enseña sobre la Madre de Dios y profundizar, con la ayuda de algún texto, el significado de esta consagración.
Establecida una fecha, en un momento de oración o también durante la Celebración Eucarística, se reza la oración de consagración, que se renovará puntualmente durante toda la vida ese mismo día.
Como signo de la consagración, algunos enamorados de la Virgen, como el Padre Kolbe invitaban a llevar la Medalla, pero sobre todo a ser verdaderos hijos y apóstoles de María, cada uno en su propio ambiente.
Con la consagración, de hecho, no se crea sólo una relación externa con la Virgen, sino que siendo sus hijos, consagrados a Ella como instrumentos, nos vamos transformando gradualmente para ser y vivir como Ella.
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