Ofrecimiento de flores espirituales ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en los principales misterios de la vida de María ♦♦♦♦♦♦ Recordar las apariciones de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Meditar en los cuatro dogmas sobre la Virgen María (Inmaculada Concepción, Maternidad divina, Perpetua virginidad y Asunción al Cielo) ♦♦♦♦♦♦ Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres ♦♦♦♦♦♦ Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen ♦♦♦♦♦♦ Vivir una devoción real y verdadera a María (Mirar a María como a una madre, demostrarle nuestro cariño, confiar plenamente en Ella, imitar sus virtudes) ♦♦♦♦♦♦ Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María ♦♦♦♦♦♦ Cantar las canciones dedicadas a María

El Rosario, camino de oración ...

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REFLEXIONES SOBRE LA LECTURA DEL LIBRO

"El Rosario. Un camino hacia la oración incesante" de J. Lafrance

  • En cuanto a los que no han hecho la experiencia, que acepten no juzgar demasiado deprisa y se pongan a orar a la Virgen recitando con humildad el Rosario; no tardarán en experimentar la presencia de María en toda su vida. Pues esta es la paradoja que ha hecho nacer este libro: no hay ninguna proporción entre lo que podemos hacer: rezar sencillamente el Rosario - yo diría, recitarlo materialmente -, y lo que es una gracia del Espíritu: "que ella esté too el tiempo con nosotros".
  • Es un hecho de experiencia que cuando una persona reza el Rosario con confianza y perseverancia, pronto o tarde, siente nacer en su corazón la oración incesante del Espíritu.
  • Cuando no se puede hacer de la oración un asunto de calidad, dice Anthony Bloom, hay que hacer de ella un asunto de cantidad. Dios se encargará de darle forma; nosotros, encarguémonos de la materia. Poco importa que lo digamos bien o mal, que tengamos más o menos distracciones y que no sepamos ya donde estamos; desde el momento en que lo rezamos con María y en ella, estamos en el camino de la oración incesante.
  • Fue la Virgen la que obtuvo para los apóstoles en el Cenáculo la gracia de permanecer y perseverar en la oración, esperando la venida del Espíritu Santo. Es hacia ella donde tenemos que volvernos hoy para obtener el don de la súplica continua.
  • Pero lo que es más admirable en ella, es el acto de libertad que le ha llevado a fiarse de Dios y a creer en él.
  • María no sabe hacer más que esto: orar para abandonarse a la voluntad del padre en el silencio.
  • El amor maternal de María la hace estar atenta a los hermanos de su Hijo que continúan su peregrinación de fe y que se encuentran comprometidos en sus pruebas y luchas: ella intercede en su favor. De este modo, su amor maternal se concreta en su presencia a nuestro lado y sobre todo por el poder de su intercesión. Por nuestra parte, nuestro amor filial se expresa por una actitud vigilante para conservar la presencia de María, a través de nuestra acción y de nuestra oración, pero sobre todo por una incansable intercesión que nos mantiene colgados a ella. El amor es el lazo más profundo que tenemos con ella y que se concreta en la intercesión.
  • Una persona me hizo un día esta confidencia; había experimentado una gran conversión con la experiencia sensible de la presencia actuante de María durante algún tiempo. Luego todo se había esfumado, pero permanecía en el fondo de su corazón un apego de fe a María, que se traducía en la recitación continua del Rosario.
  • Al mirar nuestro rostro en el purísimo espejo de la Virgen, descubriremos lo que impide en nosotros la santidad de Dios.
  • Deseo de unificar toda la vida de oración, tanto las horas de oración como la oración difusa a lo largo de la jornada, en torno al Avemaría.
  • No es raro encontrar personas que multiplican los Rosarios o dicen a menudo la oración de Jesús, pero no son hombres de oración porque su corazón no está habitado por un deseo punzante y perseverante de súplica e intercesión.
  • Como dice Cristo: "si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino". ¿Habéis caído en la cuenta de que Jesús no contesta inmediatamente a Nicodemo cuando éste le pregunta: "¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo?" sino que le contesta en la cruz. San Juan anota que Nicodemo estaba en el Calvario (Jn 19, 39). Por lo que escuchó lo que le dijo a Juan. "He ahí a tu Madre", en el seno en la cual debes entrar para volver a nacer.
  • Los dones de Dios son gratuitos, pero no son arbitrarios; hay que pedirlos con fe y confianza.
  • Lo que caracteriza a María y también a su oración, es que estuvo siempre centrada en Dios, y por tanto descentrada de sí misma. Este es el sentido de su título de Inmaculada.
  • Podemos como ella retener y meditar en nuestro corazón los acontecimientos de la vida de Jesús y descubrir, a su luz, el sentido de nuestra propia vida.
  • Como nuestros primeros padres, antes de la caída, vivía en familiaridad habitual con Dios. Por eso los Padres de Oriente la llamaron Madre de la oración incesante.
  • El Espíritu que habla dentro, en lo más íntimo del corazón, es también el que habla fuera por los acontecimientos y la Palabra.
  • El consentimiento que da de una vez para siempre al ángel Gabriel no la dispensa de acrisolar su fe al hilo de los acontecimientos de cada día, dando preferencia permanente al pensamiento de Jesús sobre el suyo.
  • Omnipotencia por suplicante.
  • Como María vivía en la misma oscuridad que nosotros, debemos recurrir a ella en todas las dificultades que tocan a la fe. Igual pasa con la perseverancia en la oración; por eso su presencia era indispensable junto a los apóstoles en el Cenáculo.

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