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Gracias, Madre, por tu firmeza al pie de la Cruz viendo a tu Hijo sufrir y morir de esa manera… aceptando, abrazando, cargando y muriendo en mi cruz. Tu Corazón de Madre no terminaba de comprender que entregar su vida merecía la pena sólo por mí, todo por mi amor.
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Gracias por renovar tu fiat nuevamente allí; por tu contemplación, en el silencio de tu Corazón, de la irracionalidad de mi pecado que le está llevando a esa locura de Amor : Tantas debilidades en mi vida cristiana; tantas negaciones como las de Pedro; tantas veces como le vendo con mis silencios, comodidades, vergüenzas o falsos temores; tantas falsas seguridades que me hacen preferir la Cruz más como adorno que como estilo de vida…tantas, tantas, tantas faltas de amor….
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Gracias, Madre, porque tu fidelidad a la voluntad de Dios, manifestada en tu Hijo Jesucristo, es la razón más sólida para mi esperanza, la fuerza más plena para creer en el Amor, que supera la vida porque es Amor hecho Vida.
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Tu Corazón es el manantial continuo y perfecto de la Reparación ante tanta falta de amor hacia Aquel que me sigue susurrando desde la Cruz : “tengo sed”. Que tu Inmaculado Corazón de Madre me lleve hasta su Corazón.
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¡¡ Enséñame Madre cómo se ama al Amor !!
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